NO ES RESISTENCIA AL CAMBIO, ES TEMOR A LA INCIERTIDUMBRE

La idea de que los individuos naturalmente se resisten al cambio es intuitiva y seguramente “apoyada” por la evidencia empírica; no obstante, se debe contemplar la posibilidad de que la fortaleza de este paradigma legendario radique en una serie de profecías autocumplidas a lo largo del tiempo por aquellos denominados, en el contexto tradicional, como gestores del cambio y que se han instalado profundamente en el imaginario colectivo.

Los seres vivos y en especial los humanos, NO se resisten al cambio, lo hacen a lo que no entienden como beneficio, a lo que desde su óptica carece de valor significativo. Nadie persiste en lo mas incómodo, aburrido y obsoleto; instintivamente, se tiende a lo práctico, satisfactorio y vigente, a lo que permite sobrellevar la complejidad de la mejor forma posible. Esta necesidad ha acompañado a la vida durante sus millones de años de proceso evolutivo.

De acuerdo con lo anterior, La resistencia al cambio podría ser simplemente la explicación que encuentra el que intenta generarlo, ante la impotencia que siente cuando el esfuerzo que implica SU FORMA no es proporcional al resultado. La resistencia al cambio habitaría entonces en la mente del observador y no en la del sujeto de transformación.

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